Erase que se era… un próspero
país de divinos emperadores milenarios, en el que después de un desastre atómico,
tomo las riendas del futuro la última deidad del Trono del Crisantemo. En el
habitaba una niña que a su corta edad descubrió que lo contado sobre la
divinidad de su emperador era mentira, al observar que el tiraba una colilla
por la ventanilla de su limusina, “Los dioses no fuman, pensó”.
Ella fue elegida a dedo por el emperador para ser su esposa y
aunque se negaba, las presiones de palacio y las invocaciones patrióticas de
sus padres le hicieron aceptar.
La plebeya emparento con la
dinastía más antigua del mundo, pero al no poder concebir un hijo varón que
garantizase la sucesión dinástica, entró en una depresión crónica.
Dejo de aparecer en fiestas y
eventos reales y todo tipo de especulaciones rodeaban a su persona, los funcionarios
alérgicos a las transigencias occidentales y el peso de la tradición de un
imperio creado el siglo V antes de Cristo, hacían de su estado emocional un
misterio y agravaban su estado emocional.
Su formación era intachable, licenciada en Ciencias Económicas por
Harvard, en Derecho por la Universidad de Tokio y con un posgrado de Oxford en
Relaciones Internacionales. Hija de un diplomático ex viceministro, el perfil
de la joven, moderna y emancipada, imantó a los celestinos encargados del
casting de jóvenes casaderas, que negaron su carrera y su personalidad.
Ella rechazó al príncipe en varias ocasiones, porque el matrimonio concertado no entraba en sus planes y menos la inmolación profesional: la renuncia al ejercicio de la diplomacia a cambio del enclaustramiento y la sistemática persecución del hijo varón. La amenaza de la sucesión a favor de un sobrino y no de su hija agravaba su estado de melancolía, ¡dicen que el sigue enamorado!
Ella rechazó al príncipe en varias ocasiones, porque el matrimonio concertado no entraba en sus planes y menos la inmolación profesional: la renuncia al ejercicio de la diplomacia a cambio del enclaustramiento y la sistemática persecución del hijo varón. La amenaza de la sucesión a favor de un sobrino y no de su hija agravaba su estado de melancolía, ¡dicen que el sigue enamorado!
No puede salir de palacio sin permiso, no tiene tarjeta de crédito, no
dispone de acceso ilimitado a las comunicaciones telefónicas y a los familiares
directos, ni cuenta con pasaporte individual, ni rutina propia. Pudo haber sido
una excelente embajadora, pero en lugar de eso se hundió en un ambiente mohoso,
y extemporáneo, donde le aconsejaron caminar tres pasos por detrás de su
marido, no hablar a menos que se le hable, sonreír un poco, saludar un poco…
La tristeza y
la ansiedad son viejas conocidas en palacio. Hace seis años, hace seis años la
emperatriz parece haber recurrido a la fantasía infantil, haberse
imaginado invisible, escapando de las rigideces monárquicas en una feliz
ensoñación. La princesa triste batalla de nuevo contra los grilletes
imperiales, reclama aire fresco, libertad y presente para que el Trono del
Crisantemo deje de ser la institución herrumbrosa en el Japón liberal y
moderno.
Masako, señora,
permítame dedicarle esta receta para que siga luchando, para que consiga ser
usted misma y para que encuentre la felicidad y la de su hija.
(Basado en
historias leídas sobre la ilustre princesa.)
Ingredientes para el arroz:
- Una taza de arroz para Sushi
- Taza y media de agua
- Tres cucharadas de vinagre de arroz
- Una cucharada de azúcar
- Una cucharadita de sal
Ingredientes para el pescado:
- Seis sardinas pequeñas
- Un limón
- Una naranja
- Dos cucharadas de salsa de soja
Como lo preparamos:
Lavamos el arroz en abundante agua fría, le quitamos el almidón y cocemos en el agua con la sal 10 minutos, dejamos reposar fuera del calor otros 10 minutos y escurrimos enfriándolo, le añadimos el vinagre de arroz donde hemos diluido el azúcar previamente, removemos y reservamos.
Dos horas antes limpiamos el pescado, sacamos los lomos, limpiando cualquier espina, los ponemos a macerar en la mezcla de zumo de limón, naranja y la salsa de soja durante dos horas.
En un molde ponemos un poco de arroz bien escurrido, presionamos ligeramente y colocamos unos filetes de sardina y una hoja de lechuga, repetimos la operación con otro poco de arroz y decoramos.
El zumo sobrante lo colamos y ponemos en la mesa para mojar un poco el Sushi.
¿Nos vemos el sábado?
¿Nos vemos el sábado?
Qué original! Con lo que me gusta lo oriental! Me ha encantado tu presentación!
ResponderEliminarviendo el titulo ya me gusta y con la receta y las fotos, pues babeando me he quedado.
ResponderEliminarBuen fin de semana
Se ve bueno, muy bueno.
ResponderEliminarPues tiene que estar muy bueno y la presentación te ha quedado genial!
ResponderEliminarque chulada y que rico
ResponderEliminarLo malo de la historia, es que es real como la vida misma, aún siguen existiendo paises, que tratan al género femenino, como lo último, en la escala social, como moneda de cambio, y cosas peores.
ResponderEliminarPromesa cumplida. Aquí estoy Fernando un día más para decirte, que me ha encantado todo en general, la entrada, la receta, y la presentación, te has salido. Besines.
Qué bonita presentación! Me encantan las sardinas marinadas.
ResponderEliminarBesos
Escribes tan bien como cocinas mi niño, me dejas siempre con la boca abierta cada vez que vengo a visitarte, me ha encantado leer sobre esta princesa, que pena que no se deje a las personas ser como son y que pena que casi siempre sean mujeres las afectadas
ResponderEliminarYo tengo una pasión por Oriente muy fuerte, me encanta todo lo relacionado con ésta cultura asi que no te imaginas lo mucho muchisimo que me gusta tu entrada
Mi niño, a ver si te puedes pasar a visitarme, estamos pasando por unos momentos muy malos y necesito muchos comentarios de ánimo y solidaridad
Mil besotes buenorro
pero el shushi no es ovalado??? venga a darle vueltas de tuerca a lo ves!!! IMPRESIONANTE PAPA!!
ResponderEliminarFernando, Menudo relato, siempre me llamo la atención la tristeza de sus ojos en sus escasas apariciones. La libertad de cada individuo lo es todo.
ResponderEliminarLa presentación de ese maravilloso shushi no podría ser mejor.
Un fuerte abrazo
En primer lugar y aunque sea con retraso desearte un feliz año wapo.
ResponderEliminarEl post fantastico me ha encantado no podias haber relatado mejor a la pobre princesa a mi siempre me ha dado mucha pena vive encerrada en una bola de cristal.
Como siempre la receta y presentacion del plato de 10 points , seguro que esas sardinas marinadas con el arroz susshi son una delicatesen a las fotos me remito.
Bicos mil y feliz semana wapo.
No soy mucho de sardinas, pero reconozco que así seguro que me las comía todas¡ Feliz miercoles¡
ResponderEliminarTus introducciones son estupendas y los platos ni te cuento, delicioso y te ha quedado impecable. Un abrazo, Clara.
ResponderEliminarQué plato tan elegante Fernando, una pasada de sabor. Un abrazo amigo
ResponderEliminarHola Lemon, qué precioso cuentas una historia real del lejano Oriente, la de la princesa triste... pues creo que tu receta le encantarà como a mi. Te ha quedado una entrada muy zen de gran belleza y elegancia, incluida la presentaciòn. Te felicito amigo.
ResponderEliminarUn abrazo grande para tu semana y hasta muy pronto :)
Hola Lemon, qué precioso cuentas una historia real del lejano Oriente, la de la princesa triste... pues creo que tu receta le encantarà como a mi. Te ha quedado una entrada muy zen de gran belleza y elegancia, incluida la presentaciòn. Te felicito amigo.
ResponderEliminarUn abrazo grande para tu semana y hasta muy pronto :)
Es una maravilla de receta, y una maravilla de imágenes, tiene que ser muy rico! y me llevo tu idea conmingo que me ha encantado, besets!
ResponderEliminarSilvia